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Dra. María Giuffrida

Ansiedad y conceptos relacionados

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Ansiedad como tratarla

Introducción

Son diversas las teorías que pretenden explicar las diferencias que existen entre los conceptos de ansiedad y angustia, por lo que en este artículo intentaremos explicar un poco éstas, además de otros términos asociados como son los de: crisis de angustia, crisis de ansiedad, crisis de pánico, ataques de pánico; y lo que pudiera llamarse la mayor expresión de todas estas manifestaciones y es la “desesperanza”. Cada uno de estos aspectos, presentan características particulares que se describirán brevemente en este artículo.

Ansiedad

No existe persona en este mundo que alguna vez no haya sentido al menos cierto grado de ansiedad, porque ésta es una respuesta adaptativa del ser humano. Algunos lo definen como un sentimiento de miedo, temor e inquietud.

El término ansiedad proviene del latín anxietas, refiriéndose éste a un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo, y suponiendo una de las sensaciones más frecuentes del ser humano. La ansiedad es una emoción complicada y displacentera que se manifiesta mediante una tensión emocional acompañada de una correlación somático (Ayuso, 1988; Bulbena, 1986). En general, el término ansiedad alude a la combinación de distintas manifestaciones físicas y mentales que no son atribuibles a peligros reales, sino que se manifiestan ya sea en forma de crisis o bien como un estado persistente y difuso, pudiendo llegar al pánico; no obstante, pueden estar presentes otras características neuróticas tales como síntomas obsesivos o histéricos.

En la ansiedad cobran mayor presencia los síntomas psíquicos, la sensación de ahogo y peligro inminente, se presenta una reacción de sobresalto, y un mayor intento de buscar soluciones eficaces para afrontar la amenaza que en el caso de la angustia. Dentro del concepto de ansiedad se agrupan síntomas psíquicos o cognitivos, así como, conductuales y físicos. La psicología científica es la ciencia que se ocupa del abordaje de la ansiedad.

Química de la ansiedad

Es en el sistema límbico por medio de la amígdala, el que se ocupa de gestionar las respuestas adaptativas ante el peligro. Ante el evento estresante, la amígdala envía un mensaje de huida (ansiedad); de forma que podamos escapar de aquello que atenta nuestra integridad. Esta amígdala envía información a las glándulas suprarrenales, para que segreguen adrenalina la cual acelera el corazón, la respiración, tensa los músculos y dilata las pupilas.

Para detallar un poco estos eventos en forma simple. Dentro del sistema nervioso simpático, se produce la activación del eje hipotálamo-hipófisis la cual libera ACTH (hormona adrenocorticotropa) la cual estimula las glándulas suprarrenales que vierten a la sangre glucocorticoides. Estas hormonas se encargan de que los individuos resistan las situaciones de estrés que conllevan a la ansiedad y el temor.

Los glucocorticoides estimulan la síntesis de adrenalina y péptidos opioides endógenos encargados de la regulación del dolor, el control cardiovascular o el estrés. Tanto la adrenalina como otras hormonas producidas durante la fase de ansiedad da lugar a algunas manifestaciones físicas, como por ejemplo, su efecto sobre el apetito y la digestión, al menos mientras dura la crisis ansiosa, hasta que consigue volver a su estado de equilibrio cuando pasa el evento en cuestión que originó la ansiedad.

Obviamente, estos cambios químicos no se notan externamente, pero internamente están ocurriendo cambios importantes, como el incremento de la tasa cardíaca que facilita el bombeo de sangre, para que se distribuya el oxígeno a todo el organismo rápidamente. La capacidad respiratoria y la dilatación bronquial aumenta, por la demanda de oxígeno, optimizando el rendimiento de los pulmones. Es la razón por la cual las técnicas de respiración controlada y la relajación muscular progresiva son las más utilizadas para reducir los síntomas de ansiedad.

A nivel del hepático, se sintetiza y libera azúcar para cubrir las demandas metabólicas y necesidad de energía que se presentan durante el estrés producido durante los periodos de ansiedad.

Ocurre un aumento de la coagulabilidad en la sangre, la liberación de eritrocitos del bazo, y la circulación de linfocitos. Estos últimos involucrados en la respuesta inmunológica del cuerpo, por lo cual actúan ante las posibles infecciones. Constituyéndose en un mecanismo de protección del cuerpo durante los periodos de ansiedad.

Es conveniente aclarar que la ansiedad química y la psicológica están relacionadas y se retroalimentan la una a la otra.

La ansiedad y la terapia cognitiva conductual

Es una terapia que consiste en ayudar al paciente a comprender los mecanismos químicos de la ansiedad y entender racionalmente los motivos que lo conducen a padecer un ataque de ansiedad.

Los pensamientos de la persona se van trabajando de manera de lograr que ésta desarrolle pensamientos adaptativos que le ayuden a gestionar la ansiedad adecuadamente.

En este tipo de terapia se analiza la situación a la que se enfrenta el individuo, el pensamiento que se genera durante esta situación; y, las consecuencias derivadas de ese pensamiento. Luego, se trabaja con el individuo devolviéndolo a la situación de origen, y se le ayuda a buscar un pensamiento más objetivo y realista que el que se formuló a la hora de enfrentarse con el evento; de tal manera que el individuo no desencadenará una respuesta de ansiedad.

Trastorno de ansiedad y trastorno de pánico

Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar alguna situación de alarma, tal y como se mencionó anteriormente; además de darle un impulso de energía o ayuda a la concentración; en las personas con trastornos de ansiedad, el miedo no es temporal, y puede convertirse en una sensación abrumadora. Pudiendo dar paso entonces a lo que se conoce como trastorno de ansiedad; en este trastorno, la ansiedad no desaparece y más bien, empeora con el tiempo. Se pueden manifestar incluso en actividades diarias cotidianas como al realizar oficios en el hogar, durante el desempeño en el trabajo, la escuela y hasta en las relaciones con otras personas.

En el DSM-IV (Manual de Clasificación de Trastornos Psicopatológicos), el trastorno de ansiedad se denomina trastorno de angustia, resaltando entre otras características, la presencia de crisis de angustia recidivantes e inesperadas (American Psychiatric Association, 1994); éste ha sido traducido al castellano a partir del término inglés panic disorder, dificultando la distinción entre ambos conceptos.

Así, el término alemán Angst, empleado por Freud para referirse a un afecto negativo y una activación fisiológica desagradable, fue traducido al inglés como anxiety. Entonces, los trastornos de ansiedad caracterizados por pensamientos o creencias ansiosas difíciles de controlar, y que interfieren en la vida diaria; y que suelen empeorar con el tiempo; suelen manifestar los siguientes síntomas físicos: latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias inexplicables, mareos y falta de aire. Cambios en el comportamiento que conllevan a evitar actividades cotidianas.

Química de los trastornos de ansiedad

Durante un trastorno de ansiedad, a nivel neuroquímico, los canales neuronales que regulan las respuestas de huida o ansiedad, se hacen mucho más sensibles y susceptibles de fallar, de manera que quien padece dicho trastorno ve activados dichos circuitos en momentos en los que no es necesario, de forma más elevada o durante más rato de lo necesario.

El problema es que el tener estos canales o circuitos más sensibles y funcionando de forma errónea llevan al que padece de trastorno de ansiedad a desarrollar secuelas de tipo psicológico, como diversas fobias. La agorafobia por  ejemplo, es un miedo irracional a encontrarse en un sitio o en una situación en la que no se siente seguro y en la que piensa que puede tener un ataque de ansiedad.

Entre los trastornos de ansiedad se conocen:

  • Trastornos de ansiedad generalizada: hay preocupación constante con duración de más de 6 meses, por problemas comunes como la salud, el dinero, el trabajo, la familia.
  • Trastorno de pánico: Estas personas sufren de ataques de pánico (más adelante se describirán las características de los ataques de pánico).
  • Fobias: Se trata de miedos irracionales a algo que no representa un peligro real (insectos, volar en aviones, sitios concurridos, socializar).

Se describirá muy brevemente acerca de tres tipos de fobias que suelen ser más fáciles de tratar:

La agarofobia, caracterizada por el miedo a sufrir angustia o sentir que nos va a dar algo al salir de casa, al encontrarnos en un lugar cerrado o estar en el cine. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), la agarofobia es el miedo a lugares y/o situaciones de los que resulta difícil poder escapar, que resultan embarazosos, o en los que la ayuda puede no estar disponible en caso de sufrir un ataque de pánico.

La fobia social, es la fobia más común, y consiste en un temor de hacer el ridículo o a lo que otros puedan pensar de uno mismo. Al individuo le resulta difícil relacionarse con los demás o hablar en público. Para el DSM-IV, la fobia social es el miedo persistente a actuaciones y/o situaciones sociales en las que existe una preocupación acerca de la evaluación negativa que la persona puede sufrir sobre lo que escribe, lo que conversa, lo que habla en público o come en frente de otras personas. Este tipo de fobia puede ocasionar en el individuo síntomas de ansiedad como sudoración, rubor, temor y angustia.

Por último tenemos las fobias específicas, que son las fobias a animales, cosas, o situaciones concretas; como temor a la sangre, ascensores, serpientes, arañas. El DSM-IV la define como un miedo persistente, irracional y excesivo, que se desencadena ante la anticipación o presencia de ese “algo” que se teme. A las alturas, a los aviones, a las tormentas; lo que puede llegar a provocar pánico, angustia y necesidad de tratar de evitar exponerse a estas cosas a toda costa.

Causas de los trastornos de ansiedad

Se cree que factores como la genética, la biología, la química del cerebro, el estrés y hasta el entorno, pueden afectar la aparición de estos trastornos de ansiedad.

Tratamiento para los trastornos de ansiedad

La asistencia médica por medio de un psicoterapeuta o psicólogo es importante para llevar a cabo una terapia congnitivo conductual; el cambio en el patrón de pensamientos y sistema de creencias es importante. Pudiera requerir medicamentos ansiolíticos y antidepresivos que serán prescritos por un psiquiatra con vigilancia en sus efectos, para conseguir el que mejor convenga a sus necesidades. Ejercicios de respiración y relajación son importantes para suavizar un poco los síntomas ansiosos. El estilo de vida es importante, como mejorar los hábitos alimenticios, hacer ejercicios para aumentar los niveles de neurotransmisores, hábitos de sueño saludables, y realizar actividades de distracción.

Angustia

La revista The American Cancer Society medical and editorial content team (2020), comenta que la angustia es una emoción, sentimiento, pensamiento, condición o comportamiento desagradable. La angustia puede afectar la forma como se razona, se siente, se actúa; y puede hacer difícil enfrentarse a ciertas enfermedades crónicas y la respuesta al tratamiento.

Algunas personas describen la angustia como: tristeza, temor, enojo, impotencia, desesperanza, falta de control, falta de fe, necesidad de aislamiento, preocupación excesiva, sensación de depresión y hasta terror.

La palabra angustia tiene su etimología en la palabra alemana; Angst; y está definida como un estado de intranquilidad o inquietud muy),intensas, causado especialmente por algo desagradable o por la amenaza de una desgracia o un peligro.

Suele estar acompañado por intenso malestar psicológico y por pequeñas alteraciones en el organismo, tales como, elevación del ritmo cardíaco, temblores, sudoración excesiva, sensación de opresión en el pecho o falta de aire (de hecho “angustia” se refiere a “angostamiento”). Vulgarmente hace alusión a la ansiedad extrema o miedo.

Angustia normal o grave

Es normal sentir angustia ante una situación de enfermedad grave propia o de un ser querido. El inminente peligro de morir causa temor, inseguridad debido a la vulnerabilidad en la que se encuentra. Cuando la angustia sobrepasa los límites normales, la persona presenta dificultad para dormir, comer o concentrarse; algunos hasta manifiestan pensamientos frecuentes de enfermedad y muerte. La persona manifiesta agobio, pánico, tristeza profunda, irritabilidad, desesperanza, conflictos y problemas familiares, sensación de invalidez, inutilidad. (The American Cancer Society medical and editorial content
team, 2020).

Ansiedad vs angustia

En la actualidad, angustia se utiliza como sinónimo de ansiedad, ya que se considera a ambos como estados psicológicos displacenteros acompañados de síntomas fisiológicos de manera frecuente, describiéndose como expectación penosa o desasosiego ante un peligro
impreciso (Suárez Richards, 1995).

Con el desarrollo de la Psicología y la aparición de distintas escuelas y enfoques, ambos conceptos se han ido diferenciando, hoy en día, la psicología científica se ocupa del abordaje de la ansiedad, mientras que las corrientes psicoanalíticas y humanistas usan con preferencia el término angustia.

López-Ibor (1969) realiza cierta distinción entre ansiedad y angustia; y señala que en la angustia existe un predominio de síntomas físicos, y la reacción del organismo es de paralización, de sobrecogimiento y la nitidez con la que el individuo capta el fenómeno se atenúa. Mientras que en la ansiedad cobran mayor presencia los síntomas psíquicos, la sensación de ahogo y peligro inminente, se presenta también una reacción de sobresalto, mayor intento de buscar soluciones eficaces para afrontar la amenaza que en el caso de la angustia; y, por último, el fenómeno es percibido con mayor nitidez. En la actualidad, es difícil mantener dichas diferencias, ya que dentro del concepto de ansiedad se agrupa tanto los síntomas psíquicos o cognitivos como los conductuales y físicos.

Desesperanza

Es lo opuesto a la esperanza. Actitud o estado anímico en el cual la persona puede hallarse deprimida a causa de haber perdido, o sentir haber perdido la posibilidad de lograr algo. La desesperanza a veces trae como implicación: el abatimiento y el rendimiento. La desesperanza es agotamiento mental, emocional y conductual.

El término esperanza procede del latín “sperare” o “tener esperanza”. El prefijo “des” del origen latino “dis”, implica la negación de esta esperanza.

La desesperanza es un veneno que apaga ilusiones, motivaciones y energías poco a poco, es como una espina que hace respirar a través de la amargura; y estos estados hacen a las personas muy vulnerables a la depresión.

Ataques de pánico y trastornos de pánico

Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe un peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo. Cuando se tiene un ataque de pánico se puede sentir que se está perdiendo el control, que se está teniendo un ataque cardíaco, o incluso, que se va a morir. Y aunque los ataques de pánico no ponen en riesgo la vida, si pueden afectar la calidad de vida. Pueden comenzar en forma súbita y sin advertencia. Los síntomas alcanzan su máximo en minutos. Además de esa sensación de peligro, pérdida de control y miedo a la muerte, las personas manifiestan taquicardias, sudoración, temblores, opresión en la garganta, escalofríos, sofocos, nauseas, calambres abdominales, dolor en el pecho, dolor de cabeza, mareos, entumecimiento u hormigueo y sentimientos de irrealidad y desconexión.

Una persona puede tener uno o dos eventos de ataques de pánico en toda su vida, pero si la persona vive con el temor de volver a sufrir un ataque de pánico en cualquier momento es lo que se conoce como Trastorno de pánico.

Causas y factores predisponentes de los ataques de pánico

La genética, exceso de estrés, un carácter proclive al estrés y a las emociones negativas; o ciertos cambios en la manera de cómo funcionan las partes del cerebro. Los síntomas suelen aparecer en la adolescencia y la adultez; y son más frecuentes en mujeres. Los factores de riesgo son el estrés generado por la muerte o enfermedad grave de un ser querido, antecedentes familiares, sucesos traumáticos, cambios importantes en la vida como divorcio, consumo de tabaco o cafeína y antecedentes de maltrato.

Prevención y tratamiento de ansiedad, angustia, ataques de pánico

  1. Buscar ayuda psiquiátrica y/o psicológica para iniciar tratamiento
    adecuado de ser necesario.
  2. Trabajar sobre el sistema de creencias para reorientar los pensamientos negativos.
  3. Terapias sobre el manejo del estrés.
  4. Organizar un plan de alimentación adecuado para evitar alimentos que incrementen los estados de ansiedad.
  5. Realizar actividad física regularmente.

Claves importantes para reducir la ansiedad

La técnica de relajación es una de las más importantes a la hora de trabajar con la ansiedad. Esta técnica está relacionada con el sistema nervioso parasimpático. Al contrario del sistema nervioso simpático, el sistema parasimpático disminuye el tono muscular y enlentece la respiración, aumenta la vasodilatación arterial incrementando el riego periférico. Además, disminuye la frecuencia respiratoria, la secreción de adrenalina y noradrenalina por las suprarrenales, así como, el metabolismo basal.

El sistema simpático y el parasimpático no pueden estar activados al mismo tiempo; por ello, para reducir la ansiedad el interés reside en desactivar la rama simpática para activar la parasimpática a través de técnicas de relajación y respiración.

Bibliografía

  1. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA). (2002). Manual
    Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR. Barcelona: Masson.
  2. Ayuso, JL. (1988). Trastornos de angustia. Barcelona: Ediciones Martínez Roca.
  3. Bulbena, A. (1986). Psicopatología de la psicomotricidad. In J. Vallejo (Ed.), Introducción a la psicopatología y la psiquiatría (pp. 236-255). Barcelona: Salvat.
  4. Cooper, R. (2014). Diagnosing the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: Fifth Edition (en inglés). Karnac Books. p. 9. ISBN 9781781813027.
  5. López-Ibor, JJ. (1969). La angustia vital. Madrid: Paz Montalvo.
  6. Sierra, JC, Ortega V, Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Rev Mal-Estar Subj (Revista Mal Estar e Subjetividade), 3 (1): 2175-3644.
  7. Suárez Richards, M. (1995). Introducción a la psiquiatría. Buenos Aires,Argentina: Salerno.
  8. The American Cancer Society medical and editorial content team,(2020). ¿Qué es la angustia?.