Introducción
Para algunas personas, extender el perdón es tan difícil que consideran que debe pasar un tiempo largo antes que el deseo de perdonar llegue a su corazón. Sin embargo, es probable que este deseo no llegue voluntariamente porque el perdonar es una decisión. Cuando le damos parte de Dios en este proceso, este acto del perdón se hace más fácil. Dios dice que debemos amarnos unos a otros (Juan 13:34), y aún orar por quienes nos maldicen (Lucas 6:28), por tanto, es algo que podemos hacer.
El perdón según la palabra, es un acto de sacrificio de nuestro yo, es el morir a nuestra carne y dejar que el Espíritu Santo tome parte en nosotros. Es la única forma que podamos extender el perdón aún a aquel que jamás pidió perdón, y quizá ni siquiera lo merezca. Pero, ¿acaso tú y yo merecíamos el sacrificio de amor tan grande que Jesús hizo en la cruz para el perdón de nuestros pecados? (Juan 3:16-17). Tampoco lo merecíamos; pero Él lo hizo por amor a ti y por amor a mí.
Esto no se trata de ser mejor o peor persona, se trata de cuantas heridas llevemos en nuestro corazón; y la humildad que tengamos para permitir que Dios toque nuestro corazón para tomar la noble decisión de perdonar. Porque el no perdonar, nos mantiene en la cárcel de la falta de perdón, hasta que comprendemos que es necesario para alcanzar la sanidad espiritual, y aún emocional y física.
¿Qué es el perdón?
El libro de VCV (Vidas Cristianas Victoriosas, 2010), el libro de SAALT (las siete áreas de la vida), el libro Libertad en Cristo de Neal Anderson; el manual de conserjería bíblica y el libro “debo perdonar pero…..” de Charles Lynch, contienen valiosas herramientas bíblicas que nos ayudan en este arduo camino de perdonar. Hasta que entendemos que: “No perdonar, es como tomarse un veneno y esperar que el otro se muera”; es decir, el mayor daño nos lo hacemos a nosotros mismos.
Perdonar significa: enviar lejos o liberar; y ¿que enviamos lejos?, enviamos lejos “La ofensa” que nos propinaron.
Existen diferentes tipos de perdón:
Vertical: de Dios hacia nosotros y de nosotros a Dios (aunque en realidad no tenemos nada que perdonar a Dios; sin embargo, en algún momento pudiéramos llegar a sentir que sí).
Intrapersonal: Perdón a nosotros mismos. Lynch en su libro dice que aunque hay personas que insisten en que debemos perdonarnos para perdonar a otros, el solo hecho de aceptar ese perdón de Dios para nosotros, trae una sanidad tan tremenda que el proceso de perdonarte tú mismo, simplemente queda relegado a un segundo plano; porque el perdón de Dios, es “suficiente”.
Horizontal: Del hombre hacia el prójimo ya sea pidiendo perdón, o extendiendo el perdón, y es sobre este último punto sobre lo que deseo hacer hincapié en este escrito.
¿Qué no es perdonar?
Antes de entrar a describir el proceso de extender el perdón, considero importante que conozcamos que cosas no es perdón para que no caer en falsos perdones que no nos llevan para nada a la sanidad espiritual. Así, perdonar:
- No es ignorar, omitir, tolerar, excusar, pasar por alto o cerrar mis ojos a la falta de otra persona. Nunca lograrás ignorar lo que te hicieron, pues el ofendido nunca olvida la ofensa y en algún momento, cuando nos haga falta, lo sacaremos a la luz.
- No es dejar que el tiempo pase (para tener deseos). Pocas veces tendremos verdadero deseo de perdonar.
- Perdonar no es olvidar. (Miq. 7:18-19. Is. 43:25. Ez. 18:21-22). No es cierto que olvidamos el daño que nos hicieron, solo una amnesia cerebral lograría que esto sucediera; en realidad lo que solemos es sanar los recuerdos de aquello que nos hicieron. No sanamos para olvidar, perdonamos para sanar.
- No es que resignarnos a las acciones de otros. Eso es simplemente seguir tolerando y tampoco nos trae sanidad.
- Perdonar no es volver a confiar. (2 Tim. 4:14-15, cf., 1 Tim. 1:20; 3 Jn. 9-11). No es cierto que si pedimos perdón o perdonamos, la confianza se restituye de inmediato. Esto pudiera pasar, pero no siempre ocurre. La reconciliación y la confianza vienen como resultado de que el ofendido, el ofensor y Dios participen en este proceso de reconstruir la unidad, tanto ofendido como ofensor deben orar el uno por el otro, y decidir que Dios obre en la relación. Lamentablemente, hay relaciones que jamás vuelven a ser las mismas después que una ofensa entró en ella, probablemente porque el orgullo entró en esa relación. **Entonces, el Perdonar puede producir o no una reconciliación.
¿Qué otra cosa no es perdonar?
- Perdonar no es gratificar. Regalarle algo a alguien como una forma de disculparnos, no es pedir perdón; es necesario manifestarlo verbalmente y mostrar verdadero arrepentimiento y hacer cosas por restaurar la relación.
- No es una debilidad de espíritu. (Mt. 18:15). Se requiere mucha valentía y fortaleza de carácter para pedir perdón, e incluso para extender el perdón, sobre todo a aquel que no está arrepentido por la ofensa que hizo.
- Perdonar no es perder la dignidad. (Mt. 11:29). Perdonar es un acto entre tú y Dios, lo hacemos para ponernos a cuenta con Dios y limpiar nuestro corazón de las emociones dañadas por lo que nos hizo la otra persona. Introducir a Dios en el asunto, nos dignifica ante él aunque ante la vista de los demás, parezcamos unos tontos por habernos dejado maltratar de la otra persona.
Consecuencias de la falta de perdón
No perdonar trae una serie de consecuencias sobre nuestra vida, como es el hecho de que le da poder al ofensor sobre nosotros, pues nos convertimos en el rehén de aquel que nos ha herido, y todo el tiempo pensamos en lo que nos hizo esa persona (arrienda tu mente); por otra parte, puede llegar a causar síntomas físicos como enfermedades cardíacas, intestinales, diabetes, alérgicas, etc.; puede traer consecuencias nerviosas, psicológicas y sociales como estrés, ansiedad, enfermedades psicosomáticas, amargura, depresión, baja autoestima, pobre motivación, pobre o malas relaciones interpersonales, deficiente producción en el trabajo, ausentismo laboral, actitudes pobres; y finalmente, afecta tu espíritu.
Herramientas bíblicas para el perdón
Debido a que el proceso de perdonar es un acto difícil de llevar a cabo para algunos, es conveniente tener a la mano ciertas herramientas bíblicas que nos guíen a llevar a cabo el acto. A continuación algunas herramientas para extender el perdón que nos llevará a la verdadera libertad.
¿Cómo extender el perdón?
“Dios dice en su palabra que seamos tolerantes unos con los otros, y si alguien tiene alguna queja contra otro, perdónense, así como el Señor los ha perdonado a ustedes”. Colosenses 3:13.
Colosenses 3:13 no deja claro que perdonar es un mandato divino. No obstante, para algunos es difícil hacerlo; sin embargo, si involucramos a Dios en este proceso, podremos llevarlo a cabo sin dificultad. Cuando no hemos perdonado, estamos metidos en la prisión de la falta de perdón; la cual está constituida por cuatro barrotes: la ofensa, el dolor, las consecuencias y nuestras reacciones carnales.
- La Ofensa: lo que ha ocurrido, lo que la otra persona nos hizo.
- El Dolor: Emociones que sentimos como resultado de la ofensa (traicionados, avergonzados, rechazados, menospreciados, maltratados, deprimidos, enojados o devastados).
- Las Ramificaciones: Se refiere a las consecuencias que la ofensa ha traído a nuestras vidas (daño financiero, pérdida de autoestima, pérdida de empleo, trabajo extra, problemas en el matrimonio, etc.).
- Las Reacciones Carnales: Decisiones equivocadas que tomamos a raíz de la ofensa, se refiere a conductas pecaminosas de nuestra parte (calumnia, enojo, ira, amargura, clamor, malicia, silencio, consecuencias).
A continuación los barrotes de la cárcel de la falta de perdón (Libro de SALT):


Observemos en el segundo diagrama, como el individuo está dentro de la prisión de la falta de perdón lleno de malicia, celos, contienda, envidia, chisme; pero tiene unas llaves en la mano; lo que significa, que él mismo puede salir de esa prisión cuando lo decida. Para salir de allí, es necesario tomarse un tiempo a solas, y en la intimidad de nuestra habitación, y en oración, enlistemos en una hoja blanca lo siguiente:
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El nombre del ofensor.
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Describir la ofensa.
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Listar los sentimientos de dolor por la ofensa.
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Listar todas las ramificaciones o consecuencias de la ofensa.
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Listar sus reacciones carnales.
Llaves para el perdón
Las llaves del perdón son las siguientes:
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Llave 1. Confiese a Dios cuan herido se encuentra en lo referente a la ofensa (Sal 62:8). Dios lo sabe pero es el momento de ser honesto con él sobre lo que siente en relación al acto que va a comenzar a hacer, aún su falta de deseo de hacerlo si ese fuera el caso.
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Llave 2. Confiese a Dios que ha estado manteniendo a la persona que le ofendió culpable por el hecho, las heridas y las consecuencias de la ofensa (Lucas 7:37; Rom 2:1).
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Llave 3. Extienda su perdón a la persona por la ofensa, el dolor y las consecuencias de ella. Este perdón extiende la gracia al ofensor, así como Cristo extendió su gracia a nosotros (Ef 4:32, Col 3:13).
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Llave 4. Ahora ponga al ofensor en las manos del Señor y se lo entrega. Esto le permitirá al Señor obrar en la vida de esta persona en su tiempo (1 Pedro 5:7).
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Llave 5. Ahora nombre y confiese sus reacciones y actitudes pecaminosas y erróneas (incluyendo llamar al ofensor culpable). Pídale a Dios que le señale donde está practicando el endiosamiento y arrepiéntase. (1 Juan 1:9).
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Llave 6. Escoja vivir como la nueva creación que es (2 Cor 5:17). Esto significa que Dios lo ha perdonado y puede hacer a un lado sus reacciones carnales (Ef 4:31, Col 3:8, 12).
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Llave 7. Confiésele a Dios que está dispuesto a reconciliarse con el ofensor y que le permita a Él amarlo a través de usted (Col 3:14; Heb 12:14).
Oración para extender el perdón
Haga una oración como la siguiente (modelo): Señor decido perdonar a: XXXXX por la (Ofensa) XXXX porque me hizo sentir (describa todos los sentimientos dolorosos que sintió) XXXXXXXX, lo perdono por las consecuencias que ha traído sobre mi vida XXXXXX, y te pido perdón por mis reacciones carnales (describa aquí sus reacciones carnales) XXXXXX.
Luego de haber perdonado a la persona por cada recuerdo doloroso, ore así:
Señor, desecho mis resentimientos. Renuncio a mi derecho de vengarme, y te pido que sanes mis emociones dañadas. Pido que tú vengues mi causa y me hagas justicia. Gracias por liberarme de la esclavitud de la amargura. Ahora te pido que bendigas a quienes me han herido y oro para que tú Señor trates con ellos. Dame tu paz y tu consuelo Dios mientras me sano de mis heridas y emociones dañadas. Te lo ruego en el nombre de Jesús. Amen
6. Haga esto en voz alta, y finalmente,
7. “Destruya la lista”. En señal que más nunca traerá a colación la ofensa que ha perdonado. Tal cual hizo Dios con nuestros pecados como lo señalan los siguientes dos versículos:
El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Miqueas 7:19
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo; y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25
Paso final
Un paso importante en el proceso del perdón aún cuando no aparezca listado arriba, es orar todo el tiempo por la persona que nos ha ofendido o nos ha hecho daño, pedirle a Dios que nos permita amar a la persona como él la ama y verla como él la ve, es un acto noble de nuestro corazón. El es misericordioso, cosa que nosotros no solemos ser cuando estamos heridos por algo que nos hicieron.
Hay 2 cosas legítimas que necesitamos cuando extendemos o pedimos perdón, y es esa necesidad que tenemos de que se nos haga justicia y que alguien vengue nuestra causa. Dios dice “mía es la venganza, yo pagaré”; por tanto, podemos entregar nuestra causa a Dios y él tratará con la persona que nos ha dañado, y nos reivindicará a su tiempo y a su modo. Sólo esperemos con paciencia el trato de Dios, no solo con el ofensor, sino con nuestro propio corazón; para que Dios lo vaya sanando y transformando nuestro carácter para hacerlo más parecido al carácter de Cristo.
Finalmente, cuando decides perdonar y sanar, saldrás de esa cárcel de falta de perdón.

“Perdonar es liberar a un cautivo, hasta que te das cuenta que el cautivo eras tú”
NOTA: Nunca digas al ofensor que él/ella ha sido perdonado. Perdonar a una persona no requiere que dicha persona sea informada de ello. Decirle a la persona simplemente crearía más conflicto. El perdón que tú le extendiste es únicamente entre tú y Dios.
Perdonar entonces es:
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Una actitud de gracia. Es borrar la deuda y esperar que el recuerdo no lastime más.
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Exculpar a la otra persona de las consecuencias del agravio que nos ocasionó (liberar).
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La máxima expresión del amor. El perdón es evidencia del amor.
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Un acto de misericordia.
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Un acto de valor.
Señales de falta de perdón:
- Pensamientos de venganza en nuestra mente.
- Alegría en su corazón si algo malo le sucede a la persona que le ofendió.
- Siente dolor y rabia en el corazón cuando se acuerda de la ofensa.
- Le cuenta a todo el mundo lo que le hicieron.
- Cuando tiene síntomas fisiológicos al recordar la ofensa (revoltijo de estómago, ansiedad, taquicardia, dolor de cabeza).
- No le encuentra una sola cualidad a su ofensor.
- Siente celos, envidia, ira, y emite juicio todo el tiempo hacia la persona que lo ofendió.
Beneficios del perdón
Si estuviéramos conscientes sobre los fabulosos beneficios de extender el perdón a quien nos ha dañado, de seguro sería nuestra primera opción. Entre los beneficios que tiene el hecho de perdonar están los siguientes:
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El perdonar hace que uno reciba también el perdón de Dios, cosa que no ocurre a la inversa. “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Marcos 11: 25-26).
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Perdonar nos libera de la carga de emociones y pensamientos negativos como son: el rencor, la rabia, el resentimiento, el apego, la ira y la venganza. Esto nos lleva a la apertura, la paz interior y a una conexión con Dios.
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Perdonando se alivian algunos trastornos psicológicos como la depresión o el estrés. Y esto a su vez repercute en nuestra sanidad física (como lo mencionaremos más adelante).
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Al cambiar nuestra actitud como resultado del perdón, se produce también un cambio en las personas que se encuentran a nuestro alrededor.
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Al perdonar estamos ejerciendo el dominio propio que Dios nos ha dado, pues no somos guiados por la carne.
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Perdonar nos lleva a amar a los demás así como Dios nos ama y desea que nos amemos unos a otros.
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El perdón, nos hace capaces de colocarnos en los zapatos del ofensor para tratar de comprender el porqué de su actitud hacia nosotros, pues Dios nos da la capacidad de tener misericordia para con ellos.
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Dios trae verdadera paz a todos aquellos que perdonan constantemente las ofensas de los demás. El que perdona, vive en victoria (Ro. 8: 37).
Cinco beneficios para la salud que tiene el acto de perdonar:
- Niveles de estrés más bajos. De acuerdo a un estudio realizado por investigadores del Hope Center, uno de los beneficios del perdón es que reduce las cantidades de cortisol. Los investigadores examinaron las respuestas físicas de 71 participantes mientras hablaban acerca de rencores y acerca del perdón y la empatía. Aquellos que mostraron más perspectivas de perdón tuvieron respuestas de estrés psicológico menores.
- Mantiene sano tu corazón. EL perdón también es bueno para el corazón. Un estudio sugiere que las personas que guardan rencor tienden a tener ritmos cardiacos más altos, mientras que aquellos que son más empáticos y capaces de perdonar tienden a tener ritmos más bajos.
- Reduce el dolor. De acuerdo a un estudio hecho por investigadores de Duke University Medical Center, perdonar a aquellos que nos hicieron algún daño puede reducir el dolor tanto emocional como físico. De 61 participantes que sufrían de dolor de espalda crónico, aquellos que tenían más carácter para perdonar reportaron niveles de dolor más bajos. Esto llevó a los investigadores a pensar que “existe una relación entre el perdón y aspectos importantes de vivir con constante dolor”.
- Reduce la presión arterial. Dejar ir el enojo puede reducir tu presión arterial. Estudios muestran que el perdón está asociado con ello.
- Extiende la vida. Los rencores pueden estarte quitando años de vida. De acuerdo a un nuevo estudio, después de revisar a adultos de 66 años y más, y determinar su habilidad para perdonar, aquellos que eran de naturaleza menos aferrada tendían a vivir más tiempo. Perdona y vive.
Reflexión:
“Pero en su gran sabiduría Dios nos capacita para perdonar y pedir perdón, palabras claves que rompen las cadenas del corazón, solo cuando entendemos que cada día nosotros necesitamos el perdón de Dios a causa de nuestro pecado, nuestro corazón se compadece como el de Él y otorgamos el perdón a otros. Nuestra dureza nos condena a permanecer encadenados al dolor y al pasado. Fuimos llamados a la “LIBERTAD”.
Dra. María Giuffrida
Bibliografía
- Libro S.A.L.T. Seven Areas of live training. Entrenamiento en las siete áreas de la vida. Mi relación con los demás. Social 3. 2010
- Libro manual VCV. Vidas Cristianas Victoriosas
- Lynch, Charles. Manual de Conserjería Bíblica. 22/12/2011.
- Anderson, Neal. Pasos para la libertad en Cristo. 04/12/2010. En: http://www.wehelpchildren.org/uploads/1/3/0/5/13054870/los-pasos-hacia-la-libertad.pdf
- El perdonar, el pedir perdón y la reconciliación total. En: http://www.centrorey.org/pastoral/pas_80.html. 10/2013.
- Los 15 beneficios del perdón. En: http://www.sh1nsei.org/salud/los-15-beneficios-del-perdon/. 06/04/2015.
- Cinco beneficios para la salud que te da el perdonar. En: http://pijamasurf.com/2013/12/cinco-beneficios-para-la-salud-de-perdonar/. 12/03/2013