La gestión emocional o gestión de las emociones hace referencia a ser conscientes de las emociones que sentimos, aceptarlas y regularlas si es necesario. Somos seres emocionales; por tanto, subestimar estas  puede acarrear consecuencias graves en los individuos que las ignoran; no solo desde el punto de vista relacional; si no, sobre nuestra salud física.

Hacer una buena gestión emocional no solo beneficiará la salud psicológica, sino, el rendimiento en los diferentes ámbitos donde el individuo se desenvuelve (el laboral, el deportivo, el académico). Esto garantizará el éxito en las distintas áreas de nuestra vida.

Hacernos conscientes de las emociones que experimentamos nos abre una puerta a la posibilidad de poder trabajar y colaborar con nosotros mismos en la prevención y manejo de cierto tipo de enfermedades físicas relacionadas con estas emociones, sobre todo, las llamadas emociones negativas como son la frustración, la impulsividad, la ira, el asco, la tristeza, el orgullo, la vergüenza, la envidia, la desesperanza y el miedo.  

Las emociones negativas no solamente resultan tóxicas para las relaciones interpersonales y de trabajo; tienen también relevante importancia en el impacto “negativo” que ocasiona sobre la respuesta endocrina e inmunológica mediante la activación del eje hipotálamo – hipófisis – glándula suprarrenal, contribuyendo de esta manera a la aparición de enfermedades relacionadas con la disminución de la respuesta inmune entre ellas procesos infeccioso y cáncer; o pueden llegar a exacerbar este tipo de respuesta conllevando a alergias, autoinmunidad e inflamación.  

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